La Nación El Paraguay como botín de guerra partidaria

Sabíamos que el 2022 iba a venir con el fragor de la contienda electoral para el 2023. Las internas, sobre todo en el Partido Colorado, y la articulación de la oposición fragmentada entre muchos interesados en sentarse en el sillón de López configuran un gran desafío para la agenda parlamentaria, quizás el escenario más importante en la definición de muchos temas que nos interesan como ciudadanos para poder construir un país diferente.

Ya la Ley de Emergencia Sanitaria nos mostró cómo será el escenario que enfrentaremos. Históricamente no es la primera vez que tenemos este desafío. Lo hemos pasado más de una vez en el pasado, pero rescato la receta que seguimos de alguna manera aun en los peores escenarios.

La agenda económica del país no tuvo incidencia política activa. Vimos cómo los responsables de la ejecución de la agenda de desarrollo económico tuvieron una independencia de los manejos coyunturales que se dan en las batallas electorales. Esta práctica fue, a nuestro criterio, realmente positiva. Pues permitió que luego de elecciones muy difíciles el país pueda continuar con sus motores económicos prendidos y activos, de tal forma que posibilitó dos décadas de mejoras en muchos índices.

Estamos viendo en el presente un escenario diferente, con un incipiente circo de pelea callejera donde todo vale para desprestigiar, ya sea el trabajo o el resultado del contrincante con el solo objetivo de anularlo electoralmente. Y esto se ha vuelto casi un acto de autosabotaje dentro del partido que detenta el poder como lo es el Partido Colorado.

La Nación El Paraguay como botín de guerra partidaria

Esta batalla, que estuvo latente en todo el periodo del actual gobierno, ha tomado rumbos poco beneficiosos para el Paraguay serio y que se proyecta al exterior como un posible lugar de inversión segura ante tanto deterioro regional. Pero es notorio cómo en este proceso no importa cuánto daño se haga a la imagen del país, con tal de dañar al contendiente coyuntural en este periodo, agravando nuestro arranque en el 2022. Año que será difícil ante una coyuntura climática que acabó de anular casi un 50% a uno de los motores más importantes de la economía que es el campo.

El clima no lo manejamos, pero nuestras acciones mediáticas y de gestión pública sí. Poner más freno al desarrollo de la economía por una miopía partidaria es algo que no nos podemos permitir. El Paraguay no debe ser un botín de guerra para ninguna facción política. Y en lo personal, creo que muchos de los que activan en “política” en la actualidad no están percibiendo que gran parte de la masa electoral, que tomará decisiones a fines de año y en abril del 2023, serán jóvenes de menos de 22 años. Es decir, ciudadanos que lo único que analizan con mucho detenimiento es la propuesta concreta que se les presenta para la realización de sus sueños.

Hay que reiterar que muchos de los actores “políticos” aún no entienden que lo que esta masa de jóvenes desea prioritariamente es poder “trabajar dignamente y desarrollarse”. Y esto se hará solo si Paraguay se transforma y continúa en una senda de ser un país serio, confiable y responsable. No haremos un Paraguay mejor si continúan pensando que el país es simplemente un botín de guerra intrapartido y entre los partidos.

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