De pollera, pijama o traje: así protestan los liceales contra el código de vestimenta

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Los estudiantes de varios liceos uruguayos protestan esta semana sin alzar la voz ni mediar palabras. Cada día asisten a su centro educativo vestidos con una consigna en particular: lunes de ropa formal, martes de pollera, miércoles de verano, jueves de pijama y viernes de Halloween. Y si bien la consigna puede variar según la institución -incluso si un alumno se siente incómodo puede acudir con chancletas o con una remera del “género opuesto”-, la reivindicación es una: “que cada uno se vista como quiera y que no se discrimine por la apariencia”.

No es la primera vez que los gremios estudiantiles convocan a protestas de este tipo. En setiembre, durante el Mes de la Diversidad, hubo instituciones en las que se incentivó a “mostrar las piernas”: fue lo que pasó en el liceo 71 y el IAVA. Ahora, sin embargo, la movida alcanzó más masividad porque sumó a algunos de los bachilleratos más populosos: Bauzá, Dámaso y Zorrilla.

Sucedió que “una chica vino a clase con musculosa y una profesora le recriminó que así no podía venir a estudiar; le decía ‘¡se te ve todo!’”, narró Romina (nombre ficticio), una estudiante del liceo Dámaso que vio lo acontecido y que, desde entonces, apoya la consigna gremial. “No estamos proponiendo que cada uno vaya en bolas, lo que podría afectar al otro; simplemente queremos la libertad de vestirnos como queramos, como estemos cómodos y que no se prive el derecho a la educación por la vestimenta”.

De pollera, pijama o traje: así protestan los liceales contra el código de vestimenta

Hace tres años, tras una discusión similar, el entonces Consejo de Educación Secundaria resolvió sin efecto las normativas que exigen un código de vestimenta. En todo caso, cada liceo y con la participación de estudiantes, funcionarios y equipo directivo podría fijar sus propios códigos o dejarlo al libre albedrío.Según Mariano, vocero del gremio estudiantil del IAVA, “los códigos de vestimenta suelen enmarcarse en una lógica binaria, como si las únicas identidades de género posible fueran hombre o mujer”. Lo que se busca con esta reivindicación es “romper con el binarismo y que el código de vestimenta deje de oprimir a los estudiantes”.

En el caso del liceo Zorrilla ese código no existe. Por eso los estudiantes manifestaron: “Si el código no existe, no se puede exigir... mucho menos discriminar”. Tomás, por ejemplo, nació mujer y pasó un proceso de transformación. Admite que “a veces”, por ir vestido con alguna remera en que se le veía la faja (usada para comprimir los senos), “se han reído” de él. Incluso alguno de sus profesores.

La túnica.

A comienzos del siglo XX, e inspirada en la idea de José Pedro Varela de que “todos somos iguales detrás del uniforme, la escuela pública uruguaya impuso la túnica blanca. A mediados de ese mismo siglo se le agregó la moña azul. Sin embargo, cuestionaron los estudiantes liceales entrevistados, “esa es una falsedad: en la escuela sigue habiendo túnicas que se abrochan desde atrás para las niñas y es casi imposible ver a un varón al que le permitan usar ese modelo”, dice Tomás, del Zorrilla.En este sentido, Mariano, del IAVA, concluye: “El uniforme, aunque sea único, termina limitando tu manera de manifestarte y de ser a través de la ropa. Es poder expresarse en libertad”.

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