Por qué el dueño de The North Face va a pagar 2.100 millones de dólares por Supreme

Técnicamente, sí. VF Corporation, con sede en Denver, que posee a colaboradores habituales de Supreme como The North Face, Timberland y Vans, así como marcas de ropa de trabajo como Dickies y Napapijri, anunció esta mañana que adquirirá Supreme por 2.100 millones de dólares.

Los actuales inversores de Supreme, The Carlyle Group y Goode Partners, venderán sus participaciones. Recordaréis que Carlyle pagó 500 millones de dólares por una participación del 50% en Supreme en 2017; cosa que, como ya ha bromeado un escritor, esto hace que The Carlyle Group sea la reventa de un producto Supreme más exitosa del mundo.

Es poco probable que Supreme sienta alguna réplica cultural interna por la venta a la empresa de The North Face, al menos a corto plazo. El fundador de Supreme, James Jebbia, y su equipo permanecerán in situ una vez que el acuerdo se lleve a cabo a finales de este año, lo que significa que el grupo de expertos que llevó la tienda de skate de Lafayette Street a principios de los 90 a una posición desde la que domina la moda mundial continuará como responsables de la toma de decisiones.

Los cambios en el modelo de distribución, como empezar a vender Supreme en otros minoristas más allá del igualmente genial Dover Street Market, parecen poco probables: el comunicado de prensa de VF promociona el modelo de ventas directas al consumidor de Supreme y la confianza en su tienda web, que genera el 60% de sus ingresos. El comunicado de prensa señala que se espera que Supreme añada al menos 500 millones de dólares en ingresos al balance final de VF para 2022.

Por qué el dueño de The North Face va a pagar 2.100 millones de dólares por Supreme

Más ampliamente, así como legiones de clientes de alta costura en todo el mundo se obsesionan con las mega-marcas de LVMH y Kering con poca conciencia de quiénes son los actuales directores creativos, los clientes milenarios de Supreme y de la Gen Z no se avergüenzan de su devoción a la etiqueta roja.

Cuando disienten contra las grandes marcas, tiende a ser por cuestiones de sostenibilidad o derechos humanos, no por la frialdad amorfa o la independencia. Hubo muy poca discusión sobre la inversión de Carlyle, a pesar de que el grupo de capital privado tenía una participación minoritaria en Combined Systems, Inc., un fabricante de equipos militares y policiales, incluyendo gas lacrimógeno. Y los fanáticos de Supreme ya están acostumbrados a emparejamientos poco ortodoxos con socios corporativos desconocidos o incluso sospechosos, como Post-Its, la compañía manufacturera de seguridad contra incendios Kidde, y el New York Post. A riesgo de sonar cínica, este acuerdo probablemente parece poco más que otra valiente colaboración.

Desde la perspectiva de VF Corp, la compañía probablemente hará esfuerzos para hacer crecer la base de clientes de Supreme, mientras confía en la marca para pulir su perfil iconoclasta con colaboraciones inusuales.

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