De ayudante de electricista al éxito de una empresa con más de 70 empleados: el desafío de emprender

Jorge Sanvitale tiene 56 años y entró en el negocio de la electricidad casi por casualidad cuanto tenía 16. Estudiaba el secundario nocturno en una escuela técnica cuando un conocido lo recomendó como ayudante de electricista.

Diez años después abrió su primer negocio en una habitación de la casa de sus padres. En marzo, cumplirá tres décadas al frente de Mehcco, una empresa con 70 empleados fijos, más de 100 contratistas y proyecciones de expansión en Latinoamérica.

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La cultura del trabajo y aprender del “ensayo y error”: las claves de sus inicios

El apellido Sanvitale no es de tradición empresaria. Su papá era jefe de Mecánicos en el área de Mantenimiento de una industria textil. Cuando la fábrica quebró, con la indemnización abrió un almacén en un local frente a la casa, para cuando Jorge nació su papá ya era almacenero.

Su mamá, que había estudiado corte y confección, trabajó en fábricas de ropa hasta que abrieron el almacén y también abandonó el rubro textil para dedicarse al comercio familiar.

“No nací en una familia empresaria. Lo que hemos hecho hasta acá lo fui aprendiendo porque lo vi del resto, estudiando, leyendo y golpeándome contra la pared. La cultura del trabajo viene de la familia, el resto lo fui aprendiendo a prueba y error”, contó a TN, Jorge Sanvitale al recordar sus primeros pasos en el negocio de la electricidad.

Paso a paso, cómo es el desafío de emprender en la Argentina

Cuando empezó en la habitación de sus padres, Jorge nunca pensó la dimensión que tomaría su negocio. En sus inicios como ayudante de electricista sabía poco de cuestiones prácticas. Tenía apenas 16 años y había cursado algunas materias teóricas, pero nunca había llevado esos conocimientos al mundo real. “No sabía cómo llevar a la práctica lo que estaba aprendiendo”, reconoció.

Dos años después llegó el Servicio Militar Obligatorio y para cuando volvió a la casa de sus padres estudiaba en la Facultad de Ingeniería y se dedicaba a armar artefactos de iluminación en una fábrica y al mantenimiento eléctrico y de máquinas. Fue cuando un amigo lo tentó a entrar en el negocio de las instalaciones eléctricas.

La primera obra fue para un lavadero de ropa. Desde ese momento el negocio fue creciendo “con el boca a boca”, pero la sociedad duró poco y fue cuando decidió continuar el camino por cuenta propia. “Ahí nació Mehcco, le puse nombre y apellido en 1992; en marzo cumple 30 años”, recordó, orgulloso del tiempo transcurrido.

La compañía ofrecía servicio de instalaciones eléctricas desde una habitación de la casa de sus padres. El teléfono era compartido entre la empresa y la familia, que alternaba tareas para ayudarlo y mantener en pie el almacén.

Un año después, en 1993 se casó y, junto con la mudanza de casa, llevó la empresa a la habitación que años más tarde sería para su hijo. Dos años más necesitó hasta que pudo alquilar un garage de no más de 30 metros cuadrados, que fue “el primer edificio real de Mehcco”, como gusta recordarlo. Allí tenía su oficina, el depósito, el estacionamiento para la camioneta y todos sus sueños. “Tener un espacio propio era una cosa seria”, contó, casi con nostalgia.

“Cualquier emprendedor tiene altibajos”

De ayudante de electricista al éxito de una empresa con más de 70 empleados: el desafío de emprender

Para Sanvitale, emprender en la Argentina “siempre fue un sube y baja”. Los problemas financiaros ajenos a la empresa lo golpearon en el inicio de su empresa.

“Cuando se empezaron a fusionar los bancos, con el que trabajaba se quedó con nuestra cuenta corriente y la devolvió tres años después. Estuvimos casi un año viviendo del sueldo de mi mujer, y con la plata que ingresaba de los trabajos que hacíamos teníamos que pagar a los proveedores para volver a arrancar”, detalló.

Cualquier emprendedor tiene altibajos”, resume.

El camino comenzaba a allanarse y en 1997 pudo comprar el primer espacio físico de Mehcco, un galpón de 200 metros cuadros y casi 60 metros cuadrados de oficina, en la localidad bonaerense de San Martín. “Estábamos en el paraíso”, describió.

Y con el cambio de década y de siglo llegaron también buenas noticias. Se abrió a un rubro que hasta ese momento le era desconocido. El mundo del retailing le dio la oportunidad de hacer instalaciones eléctricas en varias sucursales de supermercados y grandes tiendas comerciales.

Hoy, es esa una de las patas fundamentales de la empresa. Hacen el trabajo que puede hacer un electricista, pero a mayor escala y con gran especialización: edificios de oficinas corporativas, industrias, retailing (supermercados, grandes tiendas) y salud (clínicas, sanatorios y laboratorios).

De una habitación a varias plantas diversificadas

En 2005 compró el galpón lindero al primero que tuvo y en vez de sumar otros 300 metros cuadrados decidió alquilarlo. Pero cuando en 2010 entró en el rubro del armado de tableros eléctricos, el municipio consideró que se trataba de una actividad fabril y le dijo que no estaba permitido hacerlo allí. Fue cuando lo mudó a una zona industrial dentro del mismo partido, a un espacio de casi 700 metros cuadrados.

“En ese local abrimos una nueva parte del negocio, que es el armado de tableros eléctricos y que hasta ese momento los comprábamos a una fábrica”, recordó.

En 2015 el lugar les empezó a quedar chico y sumó otro local de 200 metros cuadrados, tras calificar para un crédito, y en 2021 compró un galpón aledaño, que le permitirá ampliarse a otros 2500 o 3000 metros cuadrados.

En la propiedad de 200 metros cuadrados que antes tenía alquilada armó una nueva razón social, Qelectric, para la distribución de materiales eléctricos.

Cada cinco años tuvimos grandes movimientos, pero en el medio fue ir subiendo y bajando”, eso es, para Sanvitale, emprender en la Argentina.

Hoy, se dedican a la distribución de materiales eléctricos, instalaciones eléctricas a gran escala, armado de tableros eléctricos; aportes de ingeniería para parques eólicos e instalación de cargadores para autos eléctricos en edificios de oficinas y concesionarias.

“Al principio trabajaba solo, con un ayudante, y fui incorporando gente. Hoy somos 70 personas en planta y con contratistas estamos cerca de los 150 a 200 personas”, contabilizó Sanvitale.

La gran apuesta a las energías alternativas

Si algo aprendió Sanvitale en estas tres décadas al frente de Mehcco es adaptarse. Por la pandemia de coronavirus estuvo casi seis meses parado, sin trabajar”, lo que dijo que “fue terrible”, pero en vez de lamentarse decidió mirar hacia adelante.

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Las energías alternativas son una gran apuesta de la compañía. Como parte del servicio que presta, trabaja con energías renovables, para edificios, supermercados, oficinas, bancos y, por supuesto, tiene paneles solares en todas sus plantas.

Pero sabe que, si bien el interés es creciente, todavía la instalación es cara. “La amortización está entre cinco y siete años y a veces los clientes necesitan una amortización más rápida”, explicó el empresario, y agregó que otro de los escollos es que “la implementación no fue igual en todas las provincias”.

“En Santa Fe si instalás un panel, le pedís a la empresa de energía un medidor bidireccional para que si vos generás y devolvés a la red que te lo descuenten y ese es un proceso prácticamente instantáneo. En cambio, en Buenos Aires tenemos los paneles que están generando energía un fin de semana que no estamos acá y esa energía va a la red, pero nosotros no lo vemos descontado de lo que producimos”, explicó.

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Al respecto, dijo que aunque hace un tiempo atrás se había “estimulado bastante”, ahora “cuesta muchísimo hacer la gestión para que den el medidor bidireccional”. “Las energías renovables deberían ser parte de la política energética del país; estimular, incentivar para que sea más fácil”, consideró.

El sueño de lograr que la empresa trascienda el negocio familiar

Muchos padres sueñan con que sus hijos se hagan cargo del negocio familiar cuando ellos ya no estén al frente, pero para Jorge la idea es que Mehcco trascienda más allá.

Su hijo tiene 24 años y su hija, 17. Ninguno de los dos siguen los pasos del padre. El mayor hace algunos trabajos en la oficina técnica, pero su futuro está en la música, como productor musical. La menor se dedica a la danza y la fotografía y lo ayuda con algo de la publicidad, pero él sabe que “su camino está por otro lado”. Su compañera de vida es su socia y, aunque no trabaja en la empresa, “es el soporte de toda la vida”.

Para el empresario “la descendencia vendrá del plantel interno”, pero eso deberá verlo “a futuro”. Su idea es que Mehcco trascienda al apellido, como muchas de las grandes empresas de hoy, que en algún momento fueron una pyme familiar.

La idea es que trascienda a la familia y que pueda seguir adelante independientemente de Jorge. No llegamos hasta acá para que se termine cuando yo no esté o no tenga más ganas de trabajar. Estamos en un punto sin retorno. Dar un paso para atrás sería tirar por la borda todo lo que hemos construido en 30 años. Sería involucionar”, afirmó.

El dueño de la compañía ve en algunos empleados que lo acompañan hace más de 20 años algunas opciones para la continuidad.

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En lo inmediato, el objetivo es hacer pie en América Latina en menos de un año. El próximo desafío es dar los primeros pasos en Chile, a través de un cliente local con filiales de los dos lados de la cordillera. “Estamos recién empezando hacia fines de año, principios del año próximo, y después iremos viendo cómo seguimos en el resto de los países”, dice con la mirada puesta en el futuro.

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