El desorden comercial en el centro de Playas genera reclamos desde negocios

“El centro de Playas parece la bahía de Guayaquil, pero desordenada y sin respeto a la seguridad del peatón”. Así resume Carlota Lázaro, de 32 años, el escenario que presenta el centro comercial del único balneario de agua salada que tiene la provincia de Guayas.

Lázaro, quien habita desde hace más de 20 años en esta zona, cree que Playas debería ser ejemplo de orden por ser un centro turístico.

Desde la Plaza Cívica, caminando por la avenida 15 de Agosto hasta la Zenón Macías, que suman cinco cuadras, las personas deben caminar en zig zag, bajando y subiendo las veredas, debido a la cantidad de puestos de frutas, legumbres, plantas, ropa, zapatos, talleres de reloj y celulares, electrodomésticos y motos que ubican los almacenes en los portales, detalla Humberto Ayala, otro habitante que se muestra preocupado por el desorden con el que a diario debe lidiar.

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Una queja similar expresa Pedro Escalante, conductor de un furgón, quien señala que unos comerciantes colocan sus puestos en las aceras, mientras otros lo hacen en plena calle, obstaculizando el tráfico vehicular y peatonal. “Hay sectores en que los vehículos no pueden estacionarse porque allí están los vendedores; si lo hacen, quedan a dos metros de las veredas”, lamenta.

La competencia desleal, que además genera problemas y desorden en las vías, debe ser regularizada; si hay ordenanza que la aplique, evitemos que el caos crezca en las calles

Carlos Daqui, comerciante

El desorden comercial en el centro de Playas genera reclamos desde negocios

Las autoridades municipales aseguran que están regularizando a los vendedores ambulantes y que, a la par, ejecutan acciones contempladas en las ordenanzas.

Pero la queja no solo es por la invasión de la vía pública, también viene por la competencia. Patricia Chavarría, dueña de un minibazar en la venida 15 de Agosto y Pablo Muñoz Vega, refiereque frente a su local se colocan vendedores que ofrecenlo mismo que ella, lo que genera una competencia desleal.

La pobreza arroja a la gente a la calle a buscar el pan de cada día, no tengo nada en contra, pero debe existir orden y respeto para quienes pagamos y generamos trabajo

Segundo Gualli, dueño de unsupermercado

En esa misma avenida (15 de Agosto), desde la Pedro Menéndez Gilbert hasta la Carlos Paredes, los dueños de almacenes de ropa, zapatos y otros productos también tienen competencia en la calle. “Los vendedores ambulantes ofrecen los mismos artículos que nosotros”, dicen los afectados.

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Ramiro Rivera, dueño de un negocio en el centro de Playas, señala que esta situación afecta a todo el comercio formal. “Se paga impuesto, permisos, luz, agua y a los empleados; mientras que los informales, por no tener estos compromisos, venden más barato”, sostiene.

Carlos Daqui, comerciante del mercado municipal, denuncia que a la entrada de la plaza también existe el comercio informal que merma sus ventas, sin que nadie ponga orden. “La Plaza Cívica, donde está la iglesia y el municipio, también es otro mercadillo que ocupa calles y veredas. Si no se pone orden, Playas va a perder su imagen turística”, advirtió Patricia Jara, turista que llegó desde la provincia de El Oro.

Los informales, quienes prefieren mantener el anonimato por temor a represalias, revelaron a EXPRESO que ellos sí pagan permiso que va desde los 80 dólares hasta los $ 120 anuales, según el producto que vendan.

Otros aseguran que pagan desde 12 hasta 50 dólares diarios por ser ambulantes. “La actitud del Municipio es muy humana, al dejarnos trabajar;cadadía hay más gente en la calle buscando el ‘real’ (dinero) para su casa, porque no tiene trabajo. Prefiero violentar alguna ordenanza, antes que robar”, sostuvo un vendedor venezolano que no tiene permiso para la venta de arepas.

Wilmer Reyes, jefe de Vía Pública, reconoce que el centro está convertido en un mercadillo. “Estamos tratando de regularizar al informal, dando capacitación y poniéndoles uniformes que los identifique, pero también hacemos respetar las ordenanzas que deben de ser reestructuradas en lo que concierne al espacio público y el uso del suelo que está siendomalinterpretado por algunos comerciantes”, sostuvo.

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El funcionario lamenta que cuando se trata de poner orden, hacer alguna retención odecomiso del producto por algunainfracción, la ciudadanía apoya a los comerciantes, entorpeciendo la labor de la Policía Metropolitana. “El que tengan derecho al trabajo no significa que haya desorden. Por el momento ya no hay permiso para nadie”, aseguró.

Pago 140 dólares anuales por permiso y 160 dólares por arriendo, por eso creo que no es justo que la competencia tenga libertad de ponerse donde le dé la gana, sin pagar nada

Pilar Chavarría, propietaria de un local
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