Madre de un policía asesinado en Nicaragua denuncia que lo mataron sus propios compañeros

El pasado domingo, después de preparar el desayuno y limpiar su casa en Santo Tomás, en el departamento nicaragüense de Chontales, Fátima Vivas se alistó y se fue a la iglesia con “un vacío y una tristeza tremenda”. Las noticias que llegaban sobre la situación en el país no eran buenas y desde el viernes ella no sabía nada del tercero de sus cuatro hijos, Faber, de 23 años, pese a que acostumbraban a comunicarse todos los días.Más de 12 horas después de entrar en la iglesia y después de pasar por un auténtico viacrucis, a Vivas le confirmaron sus peores temores: su hijo, el agente de policía Faber López Vivas, era uno de los 38 muertos de la que, según los datos del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), fue la jornada más violenta en Nicaragua desde que comenzaron las protestas contra el gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo que han sido fuertemente reprimidas por antimotines y paramilitares.Pero ella no cree en la versión oficial que dice que López Vivas fue agredido por “terroristas con armas de fuego” cuando intentaba levantar uno de los tranques de caminos que la población había puesto a modo de protesta en el departamento de Carazo. Su madre asegura que el joven fue torturado y asesinado por sus propios compañeros después de pedir la baja de las filas de la policía porque se negaba a reprimir a los manifestantes.“Nada llena mi vacío. Nadie puede regresarme del dolor de la incertidumbre de saber que a mi hijo me lo torturaron sencillamente por pedir la baja. Me lo mataron a pellizcos, me le quitaron las uñas…”, relata la mujer.Para saber qué había pasado con su hijo Faber, Vivas tuvo que trasladarse por sus propios medios a Managua, en un trayecto de varias horas dificultado por los tranques de caminos y la falta de transporte público. La decisión de viajar a la capital la tomó a las 2:00 de la tarde del domingo, después de recibir unas llamadas desde la estación de policía de El Rama, donde su hijo había estado asignado hasta principios de este año. Primero, nadie hablaba. Después le dijeron que habían marcado por error.

“Me intrigaron esas llamadas y después empezó a circular en las redes una foto de él que decían que había fallecido”, recuerda la mujer. “Yo llamaba a la policía y decía: ‘¡Necesito que me digan! ¡Yo so soy su madre!’ Pero me dejaban esperando, se cortaba la llamada. En un momento me dijeron que estaba herido pero bien”, apunta.

Madre de un policía asesinado en Nicaragua denuncia que lo mataron sus propios compañeros

“Falleció con un tiro certero,48 horas después de pedir la baja”

Vivas consiguió llegar a Managua gracias a la compasión de un amigo comerciante que, al ver el dolor de la madre, decidió dejar su trabajo para ayudarla a viajar a la capital. Según su relato, también las personas que estaban cortando las carreteras en los tranques la dejaron pasar al oír su historia.Pero no fue hasta las 11:00 de la noche del domingo cuando una agente de policía le confirmó que su hijo había muerto. “Fue un ángel, una oficial que atendió la llamada y me dijo: ‘Usted es la mamá de un compañero y yo me comprometo a decirle qué pasó con él’”. Se le sentía su voz melancólica. Quería pegar un grito en el teléfono: ‘Cuánto quisiera decirle que no es cierto, pero su hijo ha fallecido’”, le informó.A la mañana siguiente, Vivas se presentó temprano en el Instituto de Medicina Legal donde, tras una espera, le mostraron el cuerpo de su hijo cubierto por una bolsa. Solo pudo verle la cara y comprobó que tenía un impacto de bala entre las cejas y que su rostro estaba completamente desfigurado.Allí también se encontró con miembros de la policía que le ofrecieron un féretro para su hijo y un homenaje póstumo por haber muerto desempeñando su trabajo, algo que ella rechazó rotundamente. “Yo estaba indignada por ver todo lo que le habían hecho y les dije que no quería saber nada de homenajes. Que solo me interesaba mi hijo con vida. Eso no es cumplimiento de una misión. Ellos son los primeros responsables de la muerte de mi hijo. Falleció con un tiro certero en la frente 48 horas después de pedir la baja”, afirma.

Y aunque la web de la policía nacional incluye a López Vivas entre los 13 policías “caídos en cumplimiento del deber”, los medios oficiales del país apenas mencionaron su nombre frente a los homenajes de otro compañero supuestamente muerto en la misma operación.Una vez que a Vivas le entregaron el cadáver y regresó a su ciudad, la mujer vio que su hijo había sido golpeado y torturado. “Le quitaron las uñas, le sacaron los ojos, tenía quemaduras de cigarro y puñaladas. También tenía como seis heridas en cada mano, en el pómulo, un dedo quebrado. Eso no lo hace un impacto de bala, como dice el certificado (de muerte)”, concluye.

“Me amenazan peroya no tengo miedo”El abogado Pablo Cuevas, de la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH), acompañó a Vivas a recoger el cadáver de su hijo en el Instituto de Medicina Legal y vio el certificado de defunción que decía que López Vivas murió entre las 5:00 y las 6:00 de la mañana del domingo de un tiro en la frente. Pero no le extraña la versión de la madre de que haya sido una represalia por querer dejar la policía.Uno de los motivos de sus sospechas es que, cuando les entregaron el cuerpo, les dieron lo que supuestamente llevaba puesto al momento de la muerte: “Le regresaron un pasamontañas y su ropa de civil. Pero el pasamontañas no tenía el agujero que tenía en su frente”, cuestiona.Además, el abogado asegura que su organismo tiene casos documentados de oficiales que tras desertar tuvieron que salir del país para no sufrir represalias. “En este momento pareciera que solicitar la baja (de la policía) es considerado una traición que se paga con la muerte”, afirma.Según su madre, el oficial López Vivas había pedido darse de baja el viernes, pero lo amenazaron con matarle a él y a su familia si lo hacía. “Yo ya había hablado con mi hijo el viernes. Yo solo le suplicaba que se saliera de la policía. Cada vez que mataban a un joven, yo decía: ‘¿será mi hijo?’ y, aunque no fuera, sentía dolor porque todos somos nicaragüenses”, recuerda.Este martes, después de enterrarlo en una vela que describe como “bellísima, con mariachis y un video con su historial, sus buenos momentos y sus paseos”, lo que más lamenta es que Faber no haya podido conocer a la hija que espera su esposa, embarazada de siete meses.“Él soñaba con su bebé y ahora me duele saber que esa niña no va a tener a su padre y no va a tener recursos porque era su padre el que trabajaba”, afirma Vivas. “El único culpable de tanto sufrimiento es Daniel Ortega, un presidente que habla de paz y lo único que hace es asesinar para estar en el poder. Está destruyendo la felicidad, las familias”.

Fátima Vivas dice que es el dolor lo que le hace pronunciarse tan abiertamente sobre lo que sucede en su país, aunque eso le ha costado incluso amenazas de muerte. Afirma que cada poco tiempo le llaman al teléfono y le escriben en redes sociales acusándola de “golpista, de opositora y de narco”. Pero asegura que seguirá defendiendo la Nicaragua en la que cree. “No tengo miedo. Me mataron a mi hijo que es lo más precioso que tengo. Me amenazan a cada rato que me van a matar, pero el dolor que siento me hace ser más fuerte”.

Etiquetas: